[] Designios notas: 2008

miércoles, 12 de noviembre de 2008

Requena, el silencio del escritor

hay poetas con la boca cerrada/la poesía/ no/ habla
no dice más el que más habla/la poesía es la tentativa
de nombrar/ lo que hay que nombrar
y callar/ lo que hay que callar.
Jorge Fernández Granados


Requena, novela, apostilla o algo más o menos cercano a estas clasificaciones, toma como estructura la fractalidad, lo segmentado y, siguiendo a Calabrese: “un caso de monstruosidad geométrica es la exigencia de dimensiones no enteras, correspondientes a fracciones” pero, actualmente hay una valoración estética y, el texto de Alejandro García Schnetzer, lo demuestra. Requena cumple con su carácter gradual; es decir, tiene “una estructura irregular que se repite más o menos en sus partes y en cualquier grado que se observe”.

Requena es una figura que recuerda al filósofo y escritor Macedonio Fernández. En el texto hay marcas “Sobre la realidad y el tiempo. Nuestro maestro jamás llegó a negarlos del todo. Decía tener sospechas y algunas pruebas de que existían. Dudaba y desconfiaba igual de ambos. Decía no haber sentido nunca como propios los supuestos de Berkeley y, esto por la razón de que nunca los había leído. Nos pedía, asimismo, que evitáramos explicárselos.” La mayoría de las veces Schnetzer eleva sus sentencias para delegarlas al absurdo. El libro trata sobre poesía, filosofía. La noche está invitada pero todas están encaminadas a la escritura o a la imposibilidad de ésta porque, al final, lo que tenemos es un escritor que jamás publica un solo libro pero, eso qué importa si su vida ha sido completamente literaria. La novela está llena de anécdotas, de reflexiones filosóficas y literarias las que servirán para ayudar a comprender un mundo, cercano a la literatura, en las tertulias del café Albéniz. A través del aforismo, el autor arroja alfileres que detienen la lectura, una breve interrupción del tiempo para pensar lo que quiere decir “Puede haber días en los que no existimos y otros que sí, ¿no se acuerdan?” Requena, insisto, es un poeta y cree en la poesía como un hecho común, más de lo que se ha dado en suponer, se suscribe a un semanario, llega el vendedor tocando a su puerta y le dice “-Castillo, encantado, de Ensenada.”, Requena se reafirma en esa frase. El texto, como dije, gira en torno a la escritura, “Imagino que escribió mucho, dice Madariaga. Qué esperanza. Apenas se pone uno a escribir, las ideas huyen espantadas… Yo creo que mentía y lo hacía para no leernos lo que escribía, para que después no lo imitáramos… para que en todo caso aspiráramos a imitarnos a nosotros mismos.” “Supimos por nuestro maestro que un verdadero poeta debía aprender a decirse, a callarse, a renunciar a toda vanidosa aspiración de comprender el mundo…”

Parece que esta idea de aprender a callarse, de la desaparición a través del silencio, está siendo transgredida por el autor quien juega con una técnica narrativa más cercana al entresijo, construyendo a partir de diferentes voces narrativas a la figura de Requena, “cuando entró descubriéndose, un libro en la mano, el traje oscuro. Había dejado la bicicleta contra el árbol…Nos enteramos de que se llamaba Requena.” Hay en éste, un anonimato o una pretendida desaparición del personaje “Nunca supimos su verdadero nombre. Yo tenía para mí que se llamaba Salvador; Gorostiaga, Expósito; Maldonado, Héctor o Valentín. Creo que fue Lanuza el primero en referirse a Requena como el maestro.” Lo que busca Alejandro García Schnetzer en Requena, es dar la espalda a la escritura, a la consagración literaria, al escritor, eso que algunas veces, termina por desquiciar a cualquiera “la recuperación, el rescate de la figura, la exposición homenaje en la Biblioteca Nacional”, y es en este sentido, en el que el joven escritor argentino justifica la presencia difuminada de Requena, personaje excéntrico de la primera mitad del siglo XX que piensa y se conduce en un saber del mundo intentando trascender la duda. Al parecer, el intento ha fallado y no era para menos: el poeta se ha quedado detenido, como en un accidente, en la imposibilidad, en la duda que lo acecha.

Publicado en la página del a editorial argentina Entropía
http://www.editorialentropia.com.ar/requena.htm
http://editorial-entropia.blogspot.com/2008/11/requena-el-silencio-del-escritor.html

miércoles, 5 de noviembre de 2008

Tavares, la palabra frente al poder

Por encima o por debajo de los hombres, quien conoce

la mentira de las palabras y su promesa, nunca puede

volver a contarse entre ellos. Será una roca que no se ignora,

o un dios consciente de que no existe: un hombre, jamás.

Fernando Savater.

Gonçalo M. Tavares (Luanda, Angola, 1970) es un escritor y sus libros muerden. Sus ideas afilan los colmillos ante de los ojos erróneos de lector. Su formación fue en Portugal, ahora da clases de Epistemología en Lisboa. Tiene algunos títulos traducidos al español: El señor Valéry, El señor Henry, La máquina de Joseph Walser entre otros que, forman parte de un proyecto llamado O barrio.

Editorial Almadía ha publicado recientemente el libro Historias falsas en su colección Mar abierto. Debo confesar que hasta hace poco era difícil conocer a este autor, por lo menos en México. Afortunadamente los editores de Alamadía lo han acercado a los lectores del país. El libro está formado por nueve historias, unidas por el hilo temático del poder; la filosofía está claramente postulada en este juego literario, y digo esto porque, lo que hace Tavares es mostrar una mirada distinta a la filosofía, a los filósofos; es un cuadro de ficción trabajado con tintes de verdad. En estas breves historias distinguimos la posición de las ideas frente a la vida, de lo palpable, esto, por lo menos en estás líneas se muestra casi incorruptible:

Cuando Alejandro –el Grande- llegó a la ciudad del filósofo pidió que lo llevasen hasta él, porque conocía sus ideas y las admiraba…Alejandro, el Grande, se encontró con Diógenes sentado en el suelo, ejerciendo, absorto, su pereza. Después de una pausa solemne, y saliendo de en medio de sus subordinados acompañantes, Alejandro se dirigió a Diógenes y proclamó:

-Estás frente al Gran Alejandro, ¿qué tienes para decirle?

Diógenes, el filósofo, miró a Alejandro, el Grande, y respondió:

-¿No le importa apartarse un poco?, es que me está tapando el sol.

Lo anterior es una confrontación de la Filosofía ante el Poder. Tenemos además el caso del poeta Zenón, quien, “frente al poder tenía un lema: Resistir mucho, obedecer poco.” Es interesante la idea que ofrece Gonçalo M. Tavares, para dilucidar el panorama oculto del Poder frente a la Filosofía o el Arte, ya que “los poetas y los filósofos tienen lazos secretos con los dioses y los demonios, así se decía y se dice aún, entre los incapaces de la construcción de palabras e ideas”.

En este sentido el libro adquiere una dimensión que explora, a partir de detalles, de veracidades sugeridas, a veces hasta el punto del desvanecimiento; así, el autor va creando una entramada idea de verdad, aunque en apariencia no lo sea. Dice Gonçalo M. en una entrevista “Me gusta que lean dos veces la misma historia, que sientan la necesidad. Me agrada la idea de relectura. Los textos no están terminados, es necesario que el lector los termine…”, lo que sugiere esta idea es un lector atento, un buscador de detalles, un insistente de las ideas; esto recuerda el lector de Borges. La prosa de Tavares tiene una capacidad imaginativa sorprendente, nos sitúa en el tiempo de grandes filósofos, pero con marcas que nos devuelven al mundo contemporáneo. Gonçalo M. Tavares apuesta, y esto parafraseándolo, por la filosofía, por el conocimiento puesto en letra, cumpliendo así, el destino de su forma, porque no existe el mal absoluto, en todo caso el miedo y para enfrentarlo, una herramienta es el tejido lingüístico.


lunes, 6 de octubre de 2008

El detalle narrativo de Alain-Paul Mallard

Alain-Paul Mallard (Ciudad de México, 1970) es un escritor sugestivo, un apostador del detalle. Su libro Evocación de Mathias Stimmberg, es una presentación de la brevedad; conformado por 42 páginas, muestra a un poeta del Mitteleuropa en diez historias fragmentarias, desordenadas, mismas que me hacen pensar en la figura del escritor suizo Robert Walser. Las historias se van armando de cierta forma para crear una totalidad atmosférica: una vez que se llega a la Apostilla, el libro adquiere otra dimensión: el caos adquiere orden. Es un libro que puede leerse como un grupo de cuentos o como una novela fragmentada. Hay una evocación que está sugerida a partir de una cinta grabada que recrea la minuciosa obstinación de momentos concretos, de la infancia de un siglo, y es ahí donde el texto adquiere su punto más alto. En el cuento Mein Kampf, que trata sobre la banalidad literaria, Mallard apuesta su escritura por la miniatura, el silencio y la desaparición de la obra:

La edición era de cincuenta ejemplares. En la bodega quedaban unos cuarenta. Se los di. Para sus chivos. Me dijo que no sabían leer, ni ella tampoco. “Mejor así”, pensé. La vieja me agradeció, acaso excesivamente y jamás volví a verla. De entre mis libros ha sido ése, el primero, el que, me parece, corrió con mejor suerte.

En este sentido me pregunto, ¿cómo entender el poder irresistible de una escritura que no desea la grandeza y que reflexiona en aparentes nimiedades? Me parece que Mallard, al igual que Walser, se concentra en lo pequeño, y ni siquiera en ese espacio mínimo lo dicen todo. En un texto, Alain-Paul dice hablando de una parábola morisca: “…una escritura muy apretada, dada la escala de representación con que trabaja. Demanda pues una atención obsesiva, ya que su arte, acaso, consiste más en escamotear que en agregar, está más hecho de ausencias que de presencias”. Su escritura linda con el silencio, aquel que pospone todo lo que calla. Alain-Paul Mallard ha logrado asimilar todo esto y lo ha plasmado de manera singular en este libro.

lunes, 4 de agosto de 2008

El Retblo del Conde Eros o el Fraude bajo la palabra

Digo que la duda es más
humana que la certeza.
Eliseo Alberto

A la manera de sinopsis cinematográfica, inicia la última novela del cubano exiliado en México, Eliseo Alberto. El Retablo del Conde Eros es una obra con estructura de guión teatral; cuenta la historia de Julián Dalmau, “actor cubano que después de veinticinco años regresa a las isla con tres objetivos precisos: cumplirle una promesa a su hijo Anthony, estrenar en el Teatro París la obra Cuatro gatos encerrados…y ya con la conciencia tranquila, ahorcarse al término de la primera función”. Una despedida que va siendo matizada por el color gris de la Habana pre-revolucionaria. La historia tiene un ritmo lento que por momentos parece demorar toda la idea del suicidio, ya que el autor nos propone una presentación por demás detallada de cada uno de los personajes, que después serán parte de este gran telón llamado Cuatro gatos encerrados.
El retablo… es una suerte de viaje, una búsqueda interna, sensible en la que podemos ver completamente desdibujado, descentralizado al protagonista o aparente protagonista Julián Dalmau. La novela muestra tres diferentes espacio de escritura: un narrador omnisciente para la obra, los textos intercalados del Conde Eros y la obra de Julián Dalmau, atribuida en un primer momento a Howard Owen. Esta forma de escritura tiene una excelente apuesta por la forma, esto estriba en la relación intertextual, se apoya además de descripciones casi pictográficas; además, no es necesaria la aparición de personajes sobrehumanos y mucho menos situaciones imposibles.
Hay un plano de mentiras, dice Eliseo Alberto, que para los Isleños la mentira es una obligación, es una forma de crearse una vida completamente alejada de su realidad; en este sentido tenemos a un personaje por demás divertido, Pietro Zamorinni. Este personaje y el Conde, crean una mentira que es difícil de refutar, la historia es ponerlo en un plano muy alto como tenor, llevarlo a dónde nunca había estado, Buenos Aires. El conde le escribía notas en un periódico con titulares como este Rompe Zamorinni una copa de bacará con un Do de pecho; Los que no habían conseguido entradas, rogaron a Zomorinni que les cantara algún trozo de la ópera, pues no querían marcharse con los oídos vacíos. El Conde defendía el postulado de que la credibilidad (no la verdad en estado puro), era condición indispensable para el periodismo, esta mentira es apoyada en algún momento por Dalmau, Vine a La Habana para celebrar el triunfo de mi fraterno Pietro Zamorinni en el Colón de Buenos Aires, una obra maestra de la mentira. De esta forma, se va creando una espiral de fraudes bajo las palabras mismas, de tal suerte que se vuelve complejo apelar a la verdad. Tenemos el tema del plagio en la novela, que sirve como ayuda en el plano de la mentira, el conde refiere en una nota El plagio puede considerarse la reverberación sonora de un concepto que uno ha incorporado sin escrúpulos: un eco en busca de su grito. Acepto con responsabilidad la irresponsabilidad de mis involuntarios gazapos. Me parece que esta nota cobra cierta importancia en cada uno de los fragmentos de Cuatro gatos encerrados ya que es la clave que justifica el título del libro.

domingo, 22 de junio de 2008

El duende: un entrecruzamiento.

La vida, la vida
es un contratiempo
la vida…
Popular
“Todo lo que tiene sonidos negros tiene duende”. Mientras escucho la voz del Camarón de la Isla, pienso en esto, “el poder misterioso que todos sienten y que ningún filósofo explica”. Pero, ¿cuál es la relación que se establece entre el duende y el grito degollado de muerte? ése, que de primera instancia es difícil definir, aquello que no está en la garganta del cantaor flamenco, ni el la pluma del poeta, mucho menos en las cuerdas de la guitarra, el duende es: lo que sube por dentro y recorre el cuerpo, es decir, es algo que está en la sangre, en la cultura, en la tradición, es el trayecto, la muerte. Podemos pensar que todas las manifestaciones artísticas lo contienen, pero se manifiesta de manera más palpable, en la danza, la poesía y la música, ¿por qué?, porque surgen de un cuerpo vivo que las representa, porque estas formas nacen y mueren de modo perpetuo, en este sentido, el duende, aparece pocas veces y es casi irrepetible. Una de las características de su emanación es que no llegará jamás, si no existe la posibilidad de muerte, “el duende hiere, y en la curación de esta herida, que no se cierra nunca, está lo insólito, lo inventado de la obra de un hombre”[1].
Este grito desgarrado, lo notamos en las corridas de toros, representación indiscutible de la cultura española, en el sentido de que, adquiere esos acentos fuertes, impresionantes, porque se lucha por un lado, con la muerte y por el otro con la fiesta. Utilizando como medio la danza, la música y la poesía, los gitanos han podido manifestar ese grito. Por esta razón, vale la pena señalar que los gitanos “son la imagen viva de la libertad silenciosa, de la ociosidad triunfante, de los desbordes dionisíacos, de la anarquía y en cierto modo del caos”[2] estas cualidades son parte del corpus de ese duende. Su música tiene un sentimiento de nostalgia, los alaridos de sangre están marcando la pauta de la soledad, de la desesperación, del abandono.
En Norteamérica pasa algo similar, me parece que no está del todo ambigüa una posible relación entre los afroamericanos y los gitanos, porque ambos provienen del rechazo cultural.
Hablemos del blues sólo para dar una idea de la relación que percibo en ambas culturas, igual que los gitanos, en los negros de América, se puede rastrear más que su historia, una geografía.

“Su destino ha sido una lenta odisea del Sur hacia el Este, y finalmente al oeste, a través de sucesivas mutaciones que ha sufrido el pueblo afroamericano: decadencia y partición de las plantaciones de algodón, éxodo rural, segregación institucionalizada y reforzada por el terror, urbanización y proletarización”.[3]

Pero, y si esto fuera poco, existe una estrecha concordancia con los gitanos, ya que el bluesman, es un trovador moderno, es aquel que lleva su poesía, su música con tradición e improvisación, que la mayoría de las veces está relacionada con el río, el camino y el tren, esto porque ellos tenían jornadas laborales extensas, de tal manera que son temas imprescindibles de su vida, así, se ven en la necesidad de crean ciertos códigos musicales para poder comunicarse entre ellos, aquellos esclavos no tenían otra manera de manifestar su nostalgia, lo que hacían, era entregarse a sus mágicas danzas que acompañaban con ritmos de las palmas, tambores y sus cantos en lenguas africanas. La relación entre el blues y el jazz, es la unión entre palabra y melodía, es la fusión entre los azules del alma y su transformación en notas musicales. Y en este mismo sentido, dicen Arnaud y Chesnel, “el blues es, en el fondo la obra colectiva y espontánea del más grande de los creadores del jazz: el pueblo afro-americano”.[4]
En la literatura, tenemos el caso del poeta Federico García Lorca, quien en su poemario, Romancero Gitano, da una muestra por demás clara y delicada del duende, hasta llegar al Poeta en New York, donde me parece, pudo haber llevado a éste por momentos de ruptura o improvisación jazzística.
En poeta en New York tenemos ese ritmo ternario: ¡Ay Harlem! ¡Ay Harlem! ¡Ay Harlem!, además, la metáfora de la angustia y la del negro, ese eclipse oscuro; en fin, uno puede pensar indudablemente en un gitano igual que en el negro reprimido norteamericano. En este poemario los temas del mundo negro están a la orden del día, el crimen organizado, la diferencia de clases: un sentimiento blues. Y si pensáramos un poco en la provocación: el ritmo y el canto, representan esa ruptura con el entendimiento y gritan ¡No alienación!. El poeta gitano nos muestra los encuentros nada casuales de la maquinaria, el progreso versus la pobreza del pueblo negro que es una de tantas encrucijadas de la decadente sociedad moderna.
[1] García Lorca, Federico. Teoría y juego del duende. Tomado de: http://homepage.mac.com/eeskenazi/duende.htm
[2] Leblon, Bernard. Los gitanos de España. Gedisa. España. 2001. p.40
[3] Arnaud, G. y J. Chesnel. Los grandes creadores del jazz. Los archivos del Prado. Madrid. 1993. p. 77
[4] Íbid, p.77la vida…
Popular

lunes, 9 de junio de 2008

Un paseo mínimo: Robert Walser


Y si alguna vez una ola me levantase
y me llevase hacia lo alto, allí dónde impera
la fuerza y el prestigio, haría pedazos las circunstancias
que me han favorecido, y me arrojaría yo mismo abajo, a
las ínfimas e insignificantes tinieblas.
Robert Walser

Hablar de la figura de Walser es prestar atención a una literatura sin pretensiones. Me parece que este autor pertenece a la familia de escritores como Melivlle con su Bartleby o Hawthorne y Wakefield, cuyos personajes se mueven en la línea del menos. Los textos de este escritor Suizo son una especie de exilio en el sentido más profundo: el de la mente. El hecho es que sus textos son sobrecogedores, con una libertad en la prosa que nos hacen perder la coherencia y que nos aproximan al abismo, al sinsentido. En su libro El paseo, el autor muestra una predilección minuciosa por los detalles que, a pesar de su aparente calidad de innecesarios, son la fuente de sus reflexiones.
Pasear es una posición imprescindible para Robert Walser, es su manera de mantener el contacto con el mundo vivo, el paseo no es sólo bello y sano, sino útil y conveniente. La manera de crear paseos dominicales, destacar a personajes vagabundos o simples despreocupados que van por la vida, tiene su sentido más agudo en las luces que va creando, que va dejando filtrar a través de sus juicios y reflexiones, sin duda inquietantes.
Walser es un escritor de lo minúsculo, de lo fugaz, de lo inferior. Enrique Vila-Matas cita una escena, Carl Seelig y Walser, que es una clara muestra de esto: “No olvidaré nunca aquella mañana de otoño en la que Walser y yo caminamos de Teufen a Speichen, a través de una niebla muy espesa. Le dije aquel día que quizás su obra duraría tanto como la de Gottfried Keller. Se plantó como si hubiese echado raíces en la tierra, me miró con suma gravedad y me dijo que, si me tomaba en serio su amistad, no le saliese jamás con semejantes cumplidos”. El autor de Jakob Von Gunten, tenía un firme afán, éste consistía en desaparecer, de tal suerte que sobrevivía a partir de trabajos simples, intentando convertirse en un cero a la izquierda.
El poeta de El paseo, se desplaza ligero y sin preocupación alguna, hay un ritmo incesante de incertidumbre que sólo se detiene cuando alguna cosa de la naturaleza choca contra su mente: un árbol que lo haga sentir a gusto: La naturaleza no tiene que esforzarse por ser importante. Lo es. Walser tiene la capacidad de llevar su prosa por la senda del aforismo, jugando además con una sensibilidad extremadamente poética.
RoBert Walser muere el año de 1956, el día de Navidad, después de salir a dar un paseo; tantos pasos recorridos nos dan la posibilidad de pensar en si acaso le inquietaba la muerte, tantas reflexiones y aprendizajes en su andar, que no queda más que recordar al paseante, aquel que mira detenidamente y se conduce sin aparente lugar fijo, aquel que piensa en el paseo como una forma más de vida.

domingo, 1 de junio de 2008

El último lector, una propuesta al detective fragmentario


Escribir por fragmentos: los fragmentos son entonces unas piedras
en la circunferencia del círculo: me desparramo en derredor:
todo mi pequeño universo en pedazos; en el centro, ¿qué?.
Barthes, Roland. Fragmentos de un discurso amoroso.


He estado pensando en si existe el lector fragmentario. Esta idea me lleva a postular a un lector que se movía en el detalle. En el sentido que implica la etimología detail –cortar de, enfocar la atención sobre la acción misma del sujeto, la relevancia de la acción de cortar subraya el hecho de que el detalle se hace tal por el sujeto, por lo tanto, su configuración depende del punto de vista del detallante. Lo que Calabrese llama detalle narrativo, sería para este supuesto lector las novelas que se publicaban en Folletines, en las que se presentaba una dilatación del tiempo a niveles de contenido narrativo: la novela avanza por detalles minúsculos pero pertenece a una totalidad. Si lo que me interesa es hablar del lector fragmentario tengo que hacer alusión a El Último lector, del escritor argentino Ricardo Piglia. El autor de Respiración artificial nos ofrece una serie de fragmentos, fotografías, momentos fijos y temporales. El prólogo del libro inicia con la idea de un fotógrafo que ha construido una réplica de la ciudad: una máquina sinóptica; toda la ciudad está ahí, concentrada en sí misma, reducida a su esencia. En el prólogo vemos que, en tanto la réplica es a la ciudad, éste lo es para la obra narrativa. El libro presenta de esta manera una serie de instantáneas: Roberto Artl flotando sobre la ciudad, Borges leyendo un libro muy pegado a sus ojos porque está perdiendo la vista, el Ché Guevara leyendo como acostumbraba, sobre un árbol en la selva de Bolivia, Ana Karenina leyendo en el tren, Madame Bovary leyendo novelas románticas; estas imágenes representan una manera de ver la literatura. La microhistoria, que es uno de los recursos del escritor argentino, funciona idealmente por fragmentos. ¿Cuál sería entonces la función de las microhistorias? Desde mi lectura, la función remite al nivel receptivo del espectador; el lector es llevado a reconocer los fragmentos originales, mostrando un placer por la no-unidad. Pienso en los fragmentos como entidades del pasado, estos a su vez son el material de la hipotética pluma del escritor. Esta forma de escribir está ligada a la manera de leer, a partir de la aparición de algunas novelas como Museo de la Novela de la eterna, que si bien se publica de manera periódica, tiene la particularidad de fragmentar la lectura, dejar abierto el final y da la autorización a todo escritor de buen gusto, como dice Macedonio, para que corrijan su trabajo lo más acertadamente que puedan y editarlo libremente con o sin mención del nombre del autor. A esta novela le siguieron por ejemplo algunas otras como: Fragmentos de un discurso amoroso del Francés Barthes, Rayuela del Julio Cortázar, Si una noche de invierno un viajero de Calvino; las cuales sugieren un tipo de lectura deliberadamente salteada. Me parece entonces que, a partir de novelas como éstas, existe un lector que participa del mismo espíritu de la obra, un lector que goza extrayendo fragmentos y participando en la reconstrucción de esa multiplicidad de historias. Hay un gusto por la incertidumbre, por la falta de algo. A este lector le interesa buscar.

Morphine en valle demasiado oscuro


Morphine, una palabra que se construye y se diluye en un instante, al parecer el destino de la banda fue ése, ya no existe más. Su álbum debut sale en 1991 (Good) y su vocalista y líder, muere en 1999.Un grupo sin duda interesante, su sonido que se mueve entre el jazz y el rock con ciertos matices de funk, muy bien correspondidos con ese swing jazzero. Es curiosa la incursión de un trío de jazz o de rock que no determina su función primordial en una guitarra, Morhpine supero esta ausencia por medio de un bajo (Mark Sandman) de gran calidad, un sax (Dana Colley) y una batería que era tocada por Billy Conway en los años de 1993 a 1999 y el extraordinario Jeroume Deupree en los primeros años de la banda 1989 a 1993. Si pudiera decir algo acerca de la voz, diría que Sadman tiene un registro cavernoso, que se apoya en letras oscuras próximas al vacío. Empty Box: I crossed into a valley a valley so dark … / In the morning I was by the sea / And I swam out as far as I could swim / And I swam out as far as I could swim /Until I was too tired to swim anymore…/ And then an empty box came floating by / An empty box and I crawled inside… Una definición más acerca de su manera de cantar: "un profundo, despreocupado y relajado susurro", y en este sentido el track Swing it low, me parece preciso para ejemplificar el deslizamiento de palabras con un sentido explícitamente erótico: I got buttons bursting in the air / I got apple orchards everywhere / I got grapes swinging from the vine / Swinging in a line, lined up in the sunshine…/Swing it low / Swing it low / Swing it low low…La banda vio su terrible final en el año de 1999 en un show en Palestrina, Italy, Sandman se desploma en el escenario por un ataque cardíaco y muere haciendo música, así su apellido se muestra como un simbólico oráculo, un cuerpo que se destruye, la arena que se diluye por el viento.

Trouble: The Jamie Saft Trío Plays Bob Dylan. (2006)



Pues he llegado a este disco gracias a la recomendación de un amigo, una noche de tragos y la ayuda del famoso Mike, al que agradezco su tiempo en buscar hasta dar con él. Una vez más, va la recomendación, Jamie Saft viene con un proyecto llamado Kalashnikov con el baterista Mike Pride. Lo único que he podido escuchar de este dueto, son un par de canciones y a mi parecer, tienen un poder que se desplaza con fuerza en el bombo y cada uno de los platillos de la batería de Mike Pride, esta fuerza se traspasa a las notas del Bajo de Saft; hay que mencionar de este último, que ha colaborado en los proyectos más importantes del sello Tzadik, es decir, Electric Masada : 50th Birthday Celebration Volume Tour, que ha mi juicio es uno de los mejores discos que ha producido dicha casa disquera. Ha tocado con Cyro Baptista, Joey Baron, Marc Robot y John Zorn, entre otros grandes músicos.El disco Trouble… pertenece a la Tzadik Radical Jewish Culture, como dije antes. Los músicos que integran el trío son: Jaime Saft en el piano, Greg Cohen en el Contrabajo, Ben Perowsky en la batería y para el track: Ballad of a Thin Man, cuenta con la interpretación de Mike Patton, ex integrante de la banda Mr. Bungle y sin duda, más conocido por formar parte del grupo Faith No More; una desgarrada voz que se centra en el más puro cinismo y el dolor que se mueve por la garganta de Patton, la letra está siendo impulsada por un piano suave que se balancea entre notas marino y la sincopa. Está la canción Living the Blues con la voz de Anthony, otra de las colaboraciones para el disco; una tortura para el oído, un azul doloroso que dura 5 minutos aproximadamente, el piano, sin duda tocado de manera majestuosa y qué decir de las cuerdas de Greg Cohen, esa es la forma en que se vive el Blues. En definitiva un verdadero tributo a uno de los songwriters más importantes de la música: Bob Dylan.

Omega: Una recuperación del duende


Omega, se trata de un disco que fusiona el flamenco de Morente con el rock alternativo de un grupo español, Lagartija Nick. Son poemas de García Lorca musicalizados, este compilado retoma además, algunas versiones de Leonard Cohen, sin duda, una atrevida apuesta para aquellos puristas del flamenco. El disco cuenta con las desgarradas cuerdas de Tomatito, Isidro Muñoz, Vicente Amigo y Cañizares, está la voz de Estrella Morente, un verdadero plato fuerte. Temáticamente el disco destaca la soledad, el deslumbramiento que Federico García Lorca mostró frente a América. Hay más de una versión que retoma Morente de Leonard Cohen, como dije antes, es el caso de First we take Manhattan, la cual muestra un desolado y sombrío ambiente, el cataor español logró en su versión, que está matizada por la encantadora voz de Estrella, dar una sensación completamente de vacío, si antes los versos de Lorca nos enterraban en un desasosiego, después la voz de Cohen nos plasma un ambiente gris; ahora las voces de estos españoles derivadas del más puro Flamenco, nos proponen aquello que decía Lorca, el duende, ese que aparece sólo algunas veces, aquel que es irrepetible, una sensación que recorre de punta a punta el cuerpo a través de la sangre, es una especie de resistencia, es un sufrimiento perpetuo, en este caso lo tenemos en una grabación, en un track, Manhattan. Está Take this waltz incluida en el álbum de Cohen I´m Your man, una adaptación del poema de Lorca Pequeño Vals Vienés, Enrique Morente hace una pieza por demás estremecedora, un ritmo lento con la voz que parece que está a punto de quebrarse de un español conmovido y la muerte como tema imprescindible en el flamenco:

En Viena hay diez muchachas,

un hombro donde solloza la muerte

y un bosque de palomas disecadas.

Hay un fragmento de la mañanaen el museo de la escarcha.

Hay un salón con mil ventanas.

¡Ay, ay, ay, ay!

Toma este vals con la boca cerrada.

Este vals, este vals, este vals, este vals,

de sí, de muerte y de coñac

que moja su cola en el mar.


Pocas veces se pueden percibir de manera tan armonizada la poesía y la música, siendo que ambas provienen del mismo mundo, este disco es el desarrollo y ejecución perfecta de cada uno de esos espacios del alma.